martes, 24 de noviembre de 2009

El si de las niñas.

Leandro Fernández de Moratín:

Biografía.

(Madrid, 1760-París, 1828) Poeta y dramaturgo español. Hijo de Nicolás Fernández de Moratín, estudió en los jesuitas de Calatayud y fue alumno de la Universidad de Valladolid. Se dio a conocer como poeta con el romance heroico en endecasílabos La toma de Granada, premiado por la Real Academia Española en 1779; en 1782 volvió a ser premiado por Lección poética. Sátira contra los vicios introducidos en la poesía española, escrito en tercetos y que le sirvió para atacar al teatro barroco. Obtuvo el puesto de secretario del conde de Cabarrús en 1787, lo cual le permitió visitar varios países europeos, entre ellos Francia y el Reino Unido.

Amigo de Jovellanos y protegido de Godoy, logró sus mejores éxitos en el campo teatral. Intentó introducir en España los moldes del teatro neoclásico francés, es decir, las tres unidades de tiempo, lugar y acción, y la finalidad moralizante, aunque no llegaron a calar entre el público. Su primera comedia fue El viejo y la niña (1790), que pasó sin pena ni gloria, aunque ésta le llegaría tan sólo dos años más tarde con La comedia nueva o el café. Después de su éxito, emprendió un nuevo viaje por Europa (1792), decisivo en su experiencia personal y artística.

En París tuvo ocasión de vivir trascendentales sucesos revolucionarios que le conmovieron, y en el Reino Unido entró en contacto con la obra de Shakespeare, autor que por entonces era prácticamente desconocido en España. Luego continuó viaje por los Países Bajos, Alemania, Suiza e Italia, desde donde regresó a España a finales de 1796. En 1878 tradujo Hamlet, la primera versión española directa del inglés.

De los primeros años del siglo XIX, datan sus mejores comedias, escritas con un perfecto dominio del castellano, y en las que critica las costumbres de la época y la hipocresía social: El barón, La mojigata y El sí de las niñas. Esta última es considerada como su mejor obra y el mejor logro español dentro de la corriente de comedia de salón dieciochesca, que arranca de Molière y culmina en Goldoni.

Nombrado secretario de la Interpretación de Lenguas y miembro de la Junta de Teatros, abandonó sus cargos cuando se produjo el levantamiento popular de 1808 contra la invasión napoleónica. Más tarde, en 1811, José Bonaparte lo nombró bibliotecario mayor. Como la mayoría de afrancesados, abandonó la capital a raíz de la retirada de las tropas francesas, para dirigirse a Valencia y luego a Barcelona.

No obstante la ausencia de cargos contra él, en 1818 decidió dejar España y pasar a Francia, cuya cultura admiraba profundamente. En Burdeos conoció al ya anciano y amargado Goya, quien hizo de él un magnífico retrato, que se conserva en la Academia de San Fernando, en Madrid. La muerte le sorprendió en París, donde se había radicado.

En 1825 se editaron en esta ciudad sus Obras dramáticas y líricas y, póstumamente, su ensayo Orígenes del teatro español, en el que indaga en la evolución del teatro en España, y su epistolario. Sus Diarios hubieron de esperar casi siglo y medio a ser publicados, pues no vieron la luz hasta 1968.

Resumen de La Obra:

El sí de las niñas, es una obra teatral de Leandro Fernández de Moratín estrenada el 24 de enero de 1806 y representada hasta la cuaresma de ese mismo año.

Moratín tenía escrita El sí de las niñas en 1801. Era la primera obra que escribía después de La comedia nueva, pues tanto El barón como La mojigata, estrenadas más tarde que aquélla, fueron escritas a finales de los años 80. Moratín tardó varios años en estrenarla. Dio a la escena sus producciones anteriores, y sólo después se decidió a publicar, en 1806, El sí de las niñas. Durante el mes de enero de 1806 ensaya la comedia con la compañía del Teatro de la Cruz. El día 24 de enero de 1806 se produce el estreno. El sí de las niñas no fue solamente un sonoro éxito de público: fue la obra de mayor aceptación de su tiempo y casi con seguridad el mayor acontecimiento teatral de todo el siglo. La obra se mantuvo veintiséis días seguidos y atrajo a más de 37.000 espectadores, cifra equivalente a la cuarta parte de la población adulta de Madrid. Al éxito en las tablas se sumó el editorial. A las cuatro ediciones de 1806 hay que sumar la de 1805, que, al parecer, no fue la única de aquel año.

El éxito sin precedentes de El sí de las niñas supuso, paradójicamente, el abandono de la escena por parte de su autor. Los únicos textos que daría a la escena serían dos adaptaciones de Molière: La escuela de los maridos y El médico a palos. El sí de las niñas, sin embargo, seguía levantando odios y entusiasmos. En 1815 la Inquisición encontró motivos suficientes para prohibir esta comedia y La mojigata. La prohibición se renovó en 1823, de modo que durante cerca de veinte años los españoles se vieron privados de ver en escena la obra maestra de Moratín. Cuando se levantó la prohibición y la obra pudo volver a estrenarse, en 1834, lo hizo con cortes debidos a la censura.

CARACTERÍSTICAS:

Sus principales características son: unidad perfecta de tiempo, por cuanto el tiempo de la acción coincide exactamente con el tiempo de la representación, y el tiempo no representado transcurre en los intervalos. No menos importancia tiene la unidad de lugar: toda la acción sucede en la sala de paso en una posada de Alcalá de Henares.

En El sí de las niñas Moratín abandona definitivamente el verso. La experiencia de La comedia nueva cristaliza en una pieza que profundiza en los hallazgos de la anterior.

El carácter de la obra es didáctico, plantea un problema cotidiano y desprende una enseñanza, ya que su fin es criticar la autoridad que ejercen los padres sobre sus hijos respecto al matrimonio, obligándoles a tomar por marido al mejor partido económico. Esta obra adelanta la igualdad de la mujer en la sociedad, animando pues, a rectificar las costumbres y tradiciones de su tiempo.

Los matrimonios de conveniencia entre mujeres jóvenes y hombres maduros no eran del agrado de los pensadores de la Ilustración por dos razones:

  • Una de tipo moral, ya que en ellos faltaba el amor como vínculo que potencia la cohesión de la pareja.
  • La otra afectaba al crecimiento demográfico, porque estos matrimonios solían tener poca o ninguna descendencia a causa de la edad del marido.

Hay que tener muy en cuenta que Moratín nunca fue un revolucionario, sino un reformista que pensaba que una situación injusta debía dar paso a otra justa a través de cambios mesurados -jamás por actos de subversión-. Por ello, don Carlos y doña Paquita siempre se muestran dispuestos a cumplir los deseos de sus mayores; sólo don Diego, con su autoridad, será quien aplique la solución más razonable al conflicto planteado. Casalduero dice que don Diego impone a la vida la pauta de la razón. Para H. Higashitani, lo que Moratín quiso decir con esta obra es que los que actúan por la recta razón dominando la ebullición de la pasión acaban consiguiendo la felicidad.


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